A continuación veremos como tunear Windows 7 / Vista.
Para empezar vamos a ver que entendemos por tunear y, según el significado que le demos, las posibilidades de realizarlo y las herramientas a nuestro alcance.
Por tunear se entiende variar el aspecto de Windows, y para ello hay tres formas de hacerlo:
1ª.- Recurrir a las herramientas y configuraciones del propio Windows
En este caso no existe mayor problema, y las posibilidades son bastante amplias, ya que es posible hacer multitud de modificaciones en el aspecto (tanto en Windows Vista como en Windows XP).
A este respecto, y para aquellos que tengan XP pero les gusten algunos elementos de Vista, decirles que muchos de estos elementos son totalmente compatibles, y tan solo hay que copiarlos de la carpeta correspondiente de Vista a la de XP.
A modo de ejemplo, los punteros del ratón están en Vista en el directorio Windows –> Cursors, basta con copiar los que queramos (mediante un pendrive, CD o disquete) al directorio Windows –> Cursors o Windows –> Cursores de XP y ya los tenemos disponibles.
Con los fondos de pantalla, es más fácil aun, ya que los podemos copiar incluso a un directorio independiente y luego utilizarlos, y además podemos utilizar cualquier fotografía o dibujo nuestros, siempre y cuando se ajuste (para una correcta visión) a los valores que podemos ver en cualquier fondo, relativos sobre todo a resolución, tamaño y tipo de archivo.
En cuanto a los sonidos, incluso podemos utilizar sonidos propios, mientras que estén grabados en WAVEform audio format (wav), lo que hace aun más personalizable este apartado si cabe.
La propia Microsoft ofrece de forma gratuita algunos temas y plugins bien para todo XP o bien para Media Players, disponibles en la web Windows XP Desktop Enhancements, y en Windows Update hay algunos extras diseñados para Windows Vista (disponibles para Windows Vista Ultimate).
Utilizar estos métodos para personalizar nuestro Windows es totalmente inofensivo y no entraña ningún riesgo para nuestro equipo ni para su seguridad.
2ª.- Instalar elementos independientes
En la red hay miles de elementos independientes (sonidos, salvapantallas, fondos, iconos…) para tunear nuestro Windows, y los hay desde creados por diseñadores independientes hasta con fines propagandísticos, como pueden ser fondos y salvapantallas de Coca Cola, por poner un ejemplo.
Bien, aquí ya la cosa se empieza a complicar, y se empieza a complicar porque en muchísimos casos estos elementos vienen con regalos ocultos, es decir, con programas espías, troyanos y todo tipo de malware. De hecho es una de las vías principales de entrada al ordenador de este tipo de malware.
Con ellos debemos tener cuando menos muchísimo cuidado, estar muy seguros del sitio de donde los bajamos y, sobre todo y antes de nada, examinarlos muy detenidamente con un buen programa antivirus y antimalware.
Como ya he dicho, son miles los sitios donde se ofrecen este tipo de elementos, y bastante pocos son los que están realmente limpios, y la verdad es que dudo mucho que el tener un determinado tapiz en el escritorio o un salvapantallas chulo valga el infectar nuestro sistema y, en muchos casos, tener que llegar a formatear nuestro equipo.
3ª.- Utilizar programas que cambian totalmente el aspecto de Windows
Son programas que, sobre todo, dan a Windows XP el aspecto de otros sistemas operativos, tanto de Windows Vista como de Mac OS.
Puede que haya alguno que funcione sin dar ningún problema, sobre todo los que hagan cambios menos profundos, limitándose a la apariencia de las pantallas, cursores, sonidos, algún que otro menú y poco más, pero la gran mayoría sí que los da, siendo precisamente este sistema el que más peligros conlleva, y créanme que los problemas son muchos y de muy variado tipo, desde la instalación de virus, programas espía y troyanos hasta desconfiguración total de nuestro sistema, llegando incluso a inutilizar totalmente nuestro equipo.
Estos problemas se pueden dar ya en el mismo proceso de instalación o luego, durante el uso habitual de nuestro ordenador, y pueden ir desde fallos en el acceso a unidades hasta pérdida de documentos y archivos, ralentizamiento del sistema, mal funcionamiento de programas, problemas en las conexiones de red o pérdida de funciones del propio Windows y errores en las actualizaciones o instalación de programas.
Esto es debido en muchos casos a que este tipo de programas tocan partes vitales del sistema y hasta el registro de Windows para instalarse y para cambiar totalmente el aspecto de Windows, sin aportar además ninguna otra ventaja que no sea puramente estética, ya que por cambiar cuatro pantallas y diez iconos no se va a convertir nuestro XP ni en Windows Vista ni en Mac OS, ni va a tener ninguna de las ventajas que estos sistemas aportan, pero sí bastantes de sus inconvenientes, sobre todo en máquinas poco potentes.
Pero no para aquí la cosa, si no que no hace más que empezar. Cuando intentamos desinstalar estos programas para intentar solucionar todos o al menos parte de estos problemas nos encontramos normalmente (si es que llegamos a poder desinstalarlos, que ese es otro tema) con una importante serie de problemas, entre los que podemos encontrar los siguientes:
– Problemas de virus y malware.
– Problemas al inicio de Windows.
– Imposibilidad de recuperar los temas y aspecto original, ya que en muchísimos casos tan solo da opción a utilizar la Vista clásica de Windows.
– Desaparición de la Barra de tareas y del Inicio de Windows.
– Incompatibilidades con actualizaciones posteriores de Windows.
– Imposibilidad de instalar actualizaciones.
– Problemas con la instalación de programas (incluidos programas antimalware o antivirus).
– Problemas con el funcionamiento de programas del propio Windows.
– Problemas con el funcionamiento de programas de terceros.
– Problemas con el funcionamiento de Directx.
– Mal funcionamiento del audio.
– Mal funcionamiento del vídeo.
– Imposibilidad de acceso a determinado hardware, sobre todo a conexiones USB y a unidades ópticas (CD y DVD).
– Problemas de conectividad, tanto a Internet como a redes internas.
– Fallos en periféricos tales como impresoras o escáneres.
– Problemas de acceso al disco duro.
– Deja a nuestro sistema extremadamente vulnerable ante cualquier tipo de ataque.
– Por lo general el sistema se queda muy lento.
La lista es bastante más larga, pero creo que como muestra con esto hay suficiente.
En la mayoría de los casos la única solución a esto pasa por formatear nuestro disco y hacer una instalación limpia de Windows, con todo lo que esta implica incluso de pérdida de datos.
Y todo esto tan solo por tener la estética de otro sistema, que ya digo que no se consigue ningún otro beneficio, por lo que al menos hay que plantearse si merece la pena correr estos riesgos a cambio de una pantalla diferente, cuando incluso muchas de estas modificaciones las podemos obtener por otros medios, como hemos visto en el punto 1º.
Como anécdota, se presentó un caso en el que se cambió Windows Vista por Windows XP porque no le gustaba… y al poco quería saber qué programa podía instalar para darle a su XP la apariencia de Windows Vista… (Sin comentarios).
En definitiva, estamos jugando con una parte importante del sistema (hay que recordar, entre otras cosas, que es uno de los factores que influyen en la rapidez del equipo y en el uso de recursos del sistema), en la que las herramientas que el propio Windows nos ofrece están calculadas para que el sistema no se resienta en ninguno de estos aspectos y que en definitiva no aporta nada al desempeño del ordenador.
Tenemos que ser sumamente escrupulosos en el uso de este tipo de herramientas, sobre todo cuando no son las que el propio Windows nos facilita, y estar muy seguros de lo que estamos haciendo… y sobre todo de la procedencia y limpieza de los elementos que a pesar de esto decidamos instalar.
En cuanto a los elementos propagandísticos de este tipo (ya he comentado, fondos de pantalla, salvapantallas, etc de marcas comerciales), no podemos perder de vista que bajo la apariencia de este tipo de elementos se esconde eso precisamente, propaganda, y que hay que aceptarlos tal y como son. Ya es nuestra decisión si, una vez (por supuesto) comprobado que no lleven ninguna sorpresa, nos gusta tenerlos o no.
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